El tabaco es una de las mayores amenazas a la salud pública de la sociedad reciente. Es responsable de la muerte anual de 7 millones de personas en todo el mundo, de las cuales “más de 6 millones son consumidores del producto y alrededor de 890 mil son no fumadores expuestos al humo de tabaco ajeno“. Así lo detalla la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su más reciente boletín emitido sobre esta problemática.

Cada 31 de mayo se celebra el Día Mundial Sin Tabaco, una fecha estipulada por la OMS para concientizar a la sociedad sobre los efectos nocivos de este producto en el organismo. Esta vez, el máximo ente sanitario no solo se dedicó describir y cuantificar las consecuencias para quienes fuman, estimando que el tabaco mata a más de la mitad de las personas que lo consumen; sino que hizo especial énfasis en los daños que padecen aquellas personas que aspiran “el humo de otros”.

De acuerdo con la OMS, no existe un nivel seguro de exposición al humo del tabaco ajeno, es decir, ese que puede aspirarse de forma involuntaria en el ambiente de restaurantes, oficinas o, incluso, en hogares donde alguno de los miembros de la familia realice esta práctica.

Al humo del tabaco se le atribuye una composición de 4.000 productos químicos, de los cuales 50 están directamente asociados a varios tipos de cáncer y otros 200 resultan también nocivos para las vías respiratorias y el sistema cardiovascular.

En el comunicado emitido por el ente sanitario, se detallan algunas de las principales consecuencias que padecen los “fumadores pasivos”, que van desde trastornos respiratorios de menor o mayor intensidad hasta la muerte de adultos o niños. Explica también que “en los adultos, el humo ajeno causa graves trastornos cardiovasculares y respiratorios, en particular coronariopatías y cáncer de pulmón. Entre los lactantes causa muerte súbita. En las mujeres embarazadas ocasiona bajo peso ponderal del recién nacido”.

Entendiendo la gravedad de las consecuencias, la OMS alerta que más de la mitad de los niños del planeta respiran diariamente humo de tabaco de manera involuntaria en alguno de los espacios que frecuentan, lo que compromete la salud durante su infancia y también su vida adulta. Datos registrados por esta organización en 2004 revelan que “los niños representaron el 28% de las defunciones atribuibles al humo de tabaco ajeno”.

Prevención

Aún cuando se ha insistido sobre los daños del tabaco para los no fumadores, solo 18% de la población mundial está protegida por leyes nacionales integrales sobre espacios sin humo. Por esto, la OMS recomienda a los Estados desarrollar planes legales al respecto, que permitan preservar la salud de la ciudadanía.

De igual forma, en su informe comentan los resultados positivos que se han recabado sobre otras formas de prevención. Por ejemplo, destacan que “las advertencias textuales y gráficas impactantes (en especial las que incluyen imágenes) permiten reducir el número de niños que empiezan a fumar y aumentar el número de fumadores que dejan el tabaco. Además, sostienen que esas advertencias “pueden persuadir a los fumadores de que protejan la salud de los no fumadores fumando menos en el interior de las viviendas y evitando fumar cerca de los niños”.

La aplicación de impuestos al producto y la prohibición de la publicidad y promoción del tabaco también ha demostrado tener efectos positivos. Sin embargo, actualmente, “solo 29 países, que representan 12% de la población mundial, han prohibido completamente todas las formas de publicidad, promoción y patrocinio del tabaco”.

En Argentina, en mayo de 2016 se aumentó la alícuota de impuestos internos a los cigarrillos, pasando del 60% al 75% a través del decreto 626/2016. El impacto de esa medida fue evaluado por el Ministerio de Salud de la Nación, consiguiendo una reducción en las ventas de cigarrillos.

Sin embargo, ese impacto sanitario positivo desapareció al año y medio. El Ministerio de Salud explicó por qué en un informe: “Los precios de los cigarrillos crecieron menos que la inflación y los salarios, provocando un incremento paulatino en el poder de compra que hicieron que las ventas se recuperaran; a su vez, la medida fiscal solo se aplicó a los cigarrillos, y no a otros productos de tabaco, por lo que se favoreció la migración al consumo de otros productos como al tabaco para armar y por último las empresas tabacaleras aplicaron los aumentos en mayor medida en las marcas caras de cigarrillos y proporcionalmente menos a las más baratas, lo cual aumentó el rango de precios y generó una sustitución del consumo por segundas marcas”.

Por tal razón, en diciembre pasado, el gobierno fijó la alícuota de impuestos internos a los cigarrillos en 70%, con posibilidad de subirla hasta 75%. También se incluyó un impuesto mínimo de $28 a los cigarrillos que sube el precio de las marcas más baratas que hoy se venden a precios bajos (como $16,50, pasando a costar $38).