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“La lista de espera crece, pero las donaciones de órganos no tanto”

Así lo explica el Dr. Alejandro Berlototti, jefe de trasplantes de la Fundación Favaloro

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Hay personas que pueden salvar a otras y ser héroes o heroínas sin utilizar capa. Que pueden dar vida nueva sin ser dioses. Que pueden hacer un gran acto de bondad aunque no estén más entre nosotros. Y esas personas son donantes.

Hay dos grandes tipos de donantes: los de órganos y los de tejidos. Y estos, a su vez, se distinguen entre los donantes cadavéricos (fallecidos) y los donantes vivos. Pero en esta ecuación también hay que tomar en cuenta al paciente trasplantado, a los familiares y al personal especializado. Para todos los casos existen protocolos de acción que el equipo de salud debe implementar para llegar a un resultado exitoso. El Dr. Alejandro Berlototti, jefe de trasplantes de la Fundación Favaloro, considera que aunque se han logrado evidentes avances, no todos los involucrados, incluyendo al personal de una institución, conocen la cadena de eventos que rodean a un donante o posible donante.

En el marco del Día Mundial del Paciente Trasplantado y del ya conmemorado Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos Berlototti reconoce que se han implementado campañas informativas efectivas tanto para el paciente y el donante, como para personal de salud, pero “nunca es suficiente”, dice el especialista en esta entrevista y menciona que solo en Argentina hay 8 mil personas esperando por un órgano y 3 mil más por tejidos. Y mientras que la lista de espera, crece, las donaciones no lo hacen tanto.

En Argentina, La Ley 26.066 De Trasplante de Órganos establece que todo potencial donante debe ser comunicado por el médico al Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI) o bien al organismo provincial correspondiente. “Esto se debe hacer obligatoriamente cuando se sospecha que el paciente tiene muerte bajo criterios neurológicos o ha fallecido por una parada cardíaca -en ese caso puede ser donante de tejidos-. Pero al equipo de salud en general nos cuesta incorporar en nuestra rutina esta práctica, pues no hemos sido entrenados correctamente en nuestras escuelas de formación”, asegura Berlototti.

Ante un paciente que requiere un trasplante ¿qué pasos debe seguir el médico tratante?

– Lo primero es hacer contacto con un equipo que tenga experiencia en el trasplante que corresponda. Ese equipo hará una evaluación exhaustiva del paciente, sobre todo para tratar de descartar aquellas enfermedades que puedan ser un problema luego del trasplante. Se presenta una situación básica como lo es que todos van a recibir inmunosupresión, se les va a bajar el sistema inmunológico para evitar el rechazo del órgano implantado. Si ese paciente tiene en curso un proceso infeccioso, ese cuadro puede esparcirse y generar una enfermedad mucho más grave. Si tiene cáncer, podría empeorar su pronóstico. En el caso de trastornos psiquiátricos, también, porque puede que un paciente con un diagnóstico de ese tipo no logre comprender la realidad de un control post trasplante y en ese sentido es muy difícil poder llevarlo a cabo.

-En nuestra región también es importante la situación social de la persona. Uno no puede encarar un programa de trasplante si no tiene vivienda adecuada, necesidades básicas cubiertas, acceso a un sistema de salud que le otorgue la medicación posterior. Argentina tiene un gran logro en ese apartado, pues cuenta con una ley de protección al trasplantado que brinda seguridad y cuida de sus derechos, además de la cobertura universal del trasplante. Toda persona nacida en Argentina que necesite un trasplante tiene derecho a recibirlo.

¿Cuáles son los principios éticos relacionados con los trasplantes?
– Una de los grandes dilemas éticos que se nos presentan es la escasez de órganos respecto a la necesidad que tenemos. Eso nos coloca en la situación de elegir a quién vamos a trasplantar con los pocos recursos que hay. Y eso es un problema mundial. En Argentina hemos intentado resolver este dilema designando los órganos a través de criterios basados en justicia y de no generar daños. Los pacientes está en una lista de espera en la que se toma en cuenta el tiempo que han estado allí, pero también se evalúa qué paciente lo necesita más y esto depende exclusivamente de su situación clínicamente.

En ese caso, ¿el paciente tiene conocimiento de que se le ha saltado en la lista?
– En Argentina, unas 8 mil personas esperan por trasplante de órganos, la mayoría con casos renales, seguidos por hepáticos, cardíacos, pulmonares y páncreas, entre otros. En el caso de trasplantes de tejidos, son 3 mil personas, la mayoría de córnea. En nuestro sistema argentino, toda la evolución de la lista de espera está incorporada en un sistema informático que está online, se actualiza en tiempo real, y es trasparente y público. Todo paciente tiene derecho de consultar a su equipo de trasplante y solicitarle ver las certificaciones del caso de la persona a la que sí le fue asignado el órgano.

– ¿Qué cuidados debe tener y qué debe saber un médico clínico que atiende a un paciente trasplantado? Por ejemplo vacunación, medicaciones, dosis, actividades sugeridas, dietas, etc.
– La población de pacientes trasplantados crece, poco, pero crece, y la sobrevida de todos los órganos mejoran año a año. Es muy probable que el médico general que no se dedique al trasplante reciba en su consultorio a un potencial paciente que tuvo un trasplante y asistió por otro problema. Es muy importante para ese profesional conocer cuáles son los efectos de la inmunosupresión, las interacciones medicamentosas que pueda tener el paciente, el manejo específico del órgano trasplantado, etc. Si bien un médico en general puede manejar la mayoría de los problemas simples que pueda tener cualquier persona, incluso una trasplantada, en ocasiones poder comunicarse con el centro de referencia o con algún especialista puede ser de gran ayuda. También suma para el equipo de trasplante contar con un colega que pueda colaborar en el seguimiento de los pacientes trasplantados. Necesariamente, el médico clínico irá incorporándose a la temática del manejo de los pacientes trasplantados.

– ¿En qué momento se determina que un paciente ha fallecido y que puede ser donante de órganos?
– El donante cadavérico para el trasplante de órgano tuvo que haber fallecido bajo criterios neurológicos, lo que también se conoce como muerte encefálica. Hay un daño cerebral grave e irreversible que determina la muerte del paciente, a pesar de que uno puede, con métodos especiales, sostener la respiración mecánica, el latido cardíaco gracias a la suministración de drogas, o la temperatura corporal con medios físicos. Si uno no hiciera todas esas intervenciones, la muerte cerebral inicial terminará generando el deceso final y la parada de la vida. En los trasplantes de órganos lo que necesitamos es un corazón batiente, aunque el cerebro se haya comprometido, para poder sostener el resto de la economía de los órganos: riñón, hígado, páncreas o pulmones.

– ¿Quién debe conversar con el familiar de un paciente que falleció para que done sus órganos? ¿Hay algún protocolo para hacerlo?
– En Argentina estamos utilizando lo que se conoce como el “Modelo Español” de donaciones y trasplantes –recomendado por la OMS-, en el que se establece, entre otros puntos, que los hospitales deben tener un referente en la procuración de órganos, quien tiene que trabajar en conjunto con el médico que atendió al paciente durante la última etapa. Habitualmente, ese médico, el intensivista, tiene que saber comunicar la muerte y luego interviene otro equipo, dentro del mismo hospital, no un personal externo, que se encarga de hacer la solicitud de los órganos para el trasplante. La importancia que tiene este modelo radica en que los médicos que están dentro del hospital interpretan a la procuración de órganos como una especialidad médica más; es una actividad que le compete a la institución y los directivos deben asumirlo de esa manera. Es responsabilidad del equipo de salud no solo cuidar la vida de los pacientes en general, sino también preservar los órganos de un paciente fallecido porque pueden salvar la vida de otros.

– ¿Qué debe hacer la institución que tiene un paciente crítico, potencial donante, para mantener los órganos en buen estado?
– Tiene que ofrecer todos los medios tecnológicos que ofreció cuando ese paciente estaba vivo, pero ahora para sostener los órganos. Esto incluye desde recursos humanos, técnicos, hasta facilitar espacio físico en el que se pueda hablar con la familia, o un quirófano para hacer el procedimiento de ablación. Es de suma importancia involucrar a todo el equipo de salud: enfermeros, técnicos, los camilleros, el personal de quirófano, técnicos que tengan que hacer análisis de laboratorios para observar que los órganos estén adecuadamente mantenidos. Todos estos recursos los tiene que brindar el hospital que asume la responsabilidad de ser un hospital donante.

– ¿Se pueden prevenir las enfermedades neoplásicas en la donación de órganos? ¿Cómo?
– Hay una estricta selección y criterios de aceptación. Obviamente uno no quiere transmitir al receptor una enfermedad que no fue advertida. Es muy importante hacer estudios e inspecciones para no transmitir enfermedades generales ni oncológicas, o trasplantar un órgano que no está en un adecuado funcionamiento porque puede impactar en el resultado final del procedimiento. Es probable que las personas que han fallecido por un proceso neoplásico no puedan ser donantes por la potencialidad de transmitir esa enfermedad. O aquellos que tienen una infección viral, que puede ser por HIV o por Chagas, que es tan común en nuestra región. Son factores de riesgo que hay que considerar y evaluar, y eventualmente contraindicar la donación de órganos y tejidos.

– ¿Qué cuidados debe tener y qué debe saber un médico de guardia que atiende a un paciente de que ha sido trasplantado? Por ejemplo, si tuvo un accidente.
– Debe recibir los primeros auxilios exactamente como cualquier otro paciente. Cuando un paciente llega con un cuadro de emergencia, un accidente de tránsito, o cualquier otra patología de consulta por una urgencia en una guardia, no importa que esté trasplantado, tiene que recibir los mismo cuidados que recibiría cualquier otra persona bajo los mismos protocolos de trabajo. Resuelta la emergencia, hay tiempo para pensar cómo manejar el trasplante, si el órgano se afectó o no.

– ¿Están el paciente, el donante y el equipo médico lo suficientemente informados?
– Nunca es suficiente, porque nunca nos alcanzan los órganos para la cantidad de pacientes que tenemos en lista de espera. Con esto en mente, uno no debería bajar los brazos en ningún momento, y seguir concientizando y seguir informando. Si uno dice que las campañas informativas han sido suficientes, de alguna manera está subestimando el problema. Es un trabajo que no termina. La lista de espera de pacientes crece, pero la donación de órganos no tanto. Y así ocurre a nivel mundial. Para mí, un punto fundamental en que sí ha habido poco trabajo y debemos intensificar a corto plazo es el entrenamiento de los equipos de salud. En las facultades de medicina y en las escuelas de enfermería el tema del trasplante no está siendo abordado de la manera que lo requiere.

 

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