Casi las tres cuartas partes (72,5%) de los adultos en México tienen sobrepeso u obesidad. Esos datos surgen de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Lo que coloca a este país con la segunda tasa más alta de obesidad entre las naciones que integran ese organismo.

De hecho, la infancia mexicana es más propensa al sobrepeso y la obesidad que el niño promedio que vive en el conjunto de países OCDE (37,7% y 31,4%, respectivamente).

La propia OCDE, en su documento The Heavy Burden of Obesity: The Economics of Prevention, propone una serie de buenas prácticas para hacer frente a la obesidad, entre ellas la reformulación de alimentos y bebidas para reducir los niveles de grasas saturadas, azúcares y sodio, así como la implementación de políticas públicas como el etiquetado de alimentos, entre otras.

El etiquetado

En México, se implementó desde hace dos años la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010. Mediante esta, se estableció como obligatorio el etiquetado para alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados de fabricación nacional o extranjera.

En esta norma se define la información comercial y sanitaria que deben contener tales productos. Se establece un sistema de etiquetado frontal de advertencia sobre el contenido de nutrimentos críticos. También sobre ingredientes que representan un riesgo para la salud cuando se consumen en exceso.

Este etiquetado se integra por cinco sellos de advertencia en forma de octágono, que indican cuando un producto contiene exceso de calorías, grasas saturadas, grasas trans, azúcar y sodio. Asimismo, incluye dos leyendas precautorias sobre contenido de cafeína y edulcorantes. Estos productos no son recomendables para consumo en niñas y niños.

Conocida como la NOM 051, esta norma también prohíbe que los envases contengan personajes infantiles, dibujos animados, imágenes de celebridades, etcétera, o elementos interactivos dirigidos a niños y niñas para incitar a consumir, comprar o elegir algún producto.

En el año 2020, parte de la industria de alimentos procesados inició una estrategia jurídica y mediática para oponerse al etiquetado frontal y las disposiciones que conlleva, alegando que  “viola los derechos humanos contenidos en los artículos primero y quinto constitucionales”, así como vulneran su derecho al trabajo y a la no discriminación.

Hasta la fecha, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación se discute la viabilidad y conveniencia de otorgar dos amparos solicitados por empresas de gran peso económico en el país.

No se prohíbe el consumo

El director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), Simón Barquera Cervera, explicó que el etiquetado no prohíbe el consumo de alimentos. En cambio, da la oportunidad de evaluar de forma sencilla y rápida la calidad de los productos. Esto, se dio en el marco del pasado Día Mundial de la Alimentación.

Resaltó que: “después de la entrada en vigor del etiquetado frontal, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2021 refiere que 64% de las personas utiliza los sellos de advertencias. Mientras, que 20% optó por adquirir alimentos más saludables y frescos, libres de etiquetado”.

Además, Barquera Cervera informó que los alimentos ultraprocesados contienen ingredientes nocivos para la salud como azúcar, grasa y sal, además de conservadores, aromatizantes y colorantes. “En personas adultas se asocian con obesidad y otras patologías como cáncer y diabetes; en niñas y niños menores de cinco años se relacionan con problemas del neurodesarrollo. El alto consumo de calorías incrementa el riesgo de padecer obesidad, hipertensión y enfermedades del corazón; en tanto que el azúcar es un ingrediente adictivo que en exceso contribuye a la obesidad, caries, hígado graso, diabetes y síndrome metabólico”.

Mayor conciencia y comprensión

En octubre pasado, el Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública publicó los resultados de un estudio internacional en el que participó y donde se comparó el uso y entendimiento de los etiquetados de cinco países (Australia, Canadá, México, Reino Unido y EEUU).

Publicado en el portal ScienceDirect, el análisis, primero en su tipo, se realizó a partir de datos obtenidos del Estudio Internacional de Política Alimentaria, llevado a cabo en 2018-2020 entre adultos en Australia, Canadá, México, el Reino Unido y EEUU.

Entre otros aspectos, esta investigación evaluó el conocimiento, el uso y la comprensión de los adultos de las etiquetas de información nutricional (NFL, por sus siglas en inglés) y los sistemas de etiquetas frontales (FOPL, por sus siglas en inglés), “incluso antes y después de la implementación de las FOPL de advertencia de México en 2020”.

La mayoría de los encuestados en todos los países informaron “haber visto las NFL de su país (conciencia) ‘a menudo’ o ‘todo el tiempo’ durante los tres años. Entre un tercio y la mitad de los encuestados usaron las NFL ‘a menudo’ o ‘todo el tiempo’ (Australia: 43%;- 45%; Canadá: 47-50%; México: 36%;-39%; Reino Unido: 32%;-34%; EEUU: 47%;-49%), y aproximadamente entre la mitad y dos tercios consideran que las NFL son ‘fáciles’ o ‘muy fáciles de entender’ (51%;-54%, en el caso de México).

El estudio indica que en 2020, “la conciencia, el uso y la comprensión autorreportada de las etiquetas frontales de advertencia en México fueron los más altos de los cinco países participantes”.