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La autopsia psicológica acerca a la ciencia a la comprensión del suicidio

La técnica permitirá reconstruir la personalidad del sujeto y elaborar un perfil mental sobre los motivos que le llevaron al acto

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La posibilidad de obtener una respuesta que permita a familiares y allegados conocer los motivos por los que alguien decidió acabar con su vida podría estar en manos de la ciencia. Un equipo de investigadores mexicanos desarrolla un método de investigación que utiliza el sistema de autopsia psicológica para dar pasos hacia la comprensión de los procesos mentales que desencadenan en el suicidio.

El proyecto es realizado por especialistas del cuerpo académico de Procesos Psicosociales y Salud de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila (Uadec), y se dio en el marco de una convocatoria realizada por la Secretaría de Salud del gobierno de Coahuila, como parte del Comité Estatal de Prevención del Suicidio.

La autopsia psicológica es un instrumento que permite a los investigadores recabar los datos personales, familiares y sociales del fallecido para, a través de ellos, elaborar un perfil mental del sujeto y reconstruir su personalidad. Los insumos suelen ser datos obtenidos por entrevistas a personas más cercanas, como familiares directos, pareja o amigos.

“La autopsia psicológica se trabaja desde el expediente, donde miras algunas cuestiones como el método que utilizó para suicidarse y cómo tiene esto significado, pero nunca vemos la parte anatómica ni fisiológica. Por eso la llamamos autopsia psicológica. Lo que se pregunta son los factores estresantes o detonantes, la motivación, intencionalidad y letalidad; son los cuatro aspectos que observamos”, declaró a la agencia de noticias del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) la doctora Iris Rubí Monroy Velasco, profesora e investigadora del cuerpo académico que llevó a cabo el estudio.

El objetivo a largo plazo, aseguran, es generar estrategias comprensivas, pero también preventivas, sobre el suicidio; además de categorizar información sobre las condiciones en común entre las personas que se quitaron la vida, y también sobre sus familias.

Para realizar esta primera etapa del proyecto, requirieron del apoyo del Sistema Estatal de Atención a Víctimas, a través del cual solicitaron un consentimiento informado a los familiares que aceptaron participar. La muestra final fue de ocho casos, de entre los cuales, aclaran, solo lograron obtener información sustanciosa en seis.

“Entrevistamos sobre todo a familiares: padres de familia y hermanos. En las autopsias psicológicas, entre más informantes tengas del mismo caso, la información será enriquecida, lo ideal de la técnica es que si yo tengo una persona que se quitó la vida, tenga la entrevista de la mamá, papá, hermano, pareja, amigos, compañeros de trabajo”, declaró al Conacyt la también docente e investigadora Karla Patricia Valdés García. El duro estigma que se tiene sobre el tema, y la amplia distancia temporal entre el día del suicidio y la entrevista del equipo (el paso del tiempo dificulta a las personas volver a hablar porque les implica abrir de nuevo su herida emocional) ocasionó que solo contaran con una o dos fuentes.

En los casos estudiados, la muestra fue de jóvenes de ambos sexos de entre 15 y 29 años de la Zona Metropolitana de Saltillo, Coahuila, México.

Las causas halladas tenían que ver, sobre todo, con problemas sociales o de autoestima, la sensación de ser juzgados por los demás, o “sentir emociones no saludables frente a cómo podía relacionarse con el resto de las personas en general”. De igual forma, se manifestaron situaciones familiares difíciles, como divorcios, custodia de hijos o codependencia con la pareja.

Un aspecto que llamó la atención de los investigadores fue que si bien en todos los casos las personas utilizaron métodos de alta letalidad (cinco ahorcamientos y un disparo con arma de fuego), solo la mitad había hecho comentarios previos o dado algún indicio sobre la posibilidad de su suicidio.

“Esto hasta cierto punto es importante porque luego a nivel social se estigmatiza mucho a las familias y se dice que: ¿cómo no se dio cuenta si era su hijo o esposo? Y no en todos los casos se va a lograr detectar a una persona hasta que no lo cometa y solo si no se consuma con la muerte, se podría empezar a intervenir”, explicó Valdés García.

El equipo espera que estos resultados puedan favorecer la prevención de este tipo de muertes y, a su vez, apuntan a dar un segundo paso orientado a brindar acompañamiento a las familias que han padecido la muerte de un ser querido por esta causa.

 

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