Laura Reyno, coordinadora del Servicio de Puericultura del Hospital Fernández sugiere herramientas para sostener a padres tras la pérdida de un neonato
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2016 fallecieron en el mundo 2.6 millones de bebés recién nacidos durante su primer mes de vida, un millón de ellos, incluso, partieron en su primer día. Sucesos como estos, mayormente motivados por problemas vinculados a la prematuridad, neumonía o complicaciones ocurridas durante el parto, ocurren con frecuencia en unidades de atención neonatal, pero dejan una huella profunda en la vida de cada madre y padre que debe enfrentar esta despedida forzada.
La puericultora Laura Reyno, quien coordina el Servicio de Puericultura del Hospital Fernández y dicta clases en la Asociación Civil Argentina de Puericultura (ACADP), define al duelo perinatal como aquel que atraviesan las madres y demás familiares tras la pérdida de su bebé antes, durante o poco después del nacimiento, pero sobre todo a lo que ella describe como “la pérdida del bebé que imaginaron esos padres”, algo que también puede ocurrir en los casos en los que el neonato debe ser hospitalizado al nacer, y la madre debe contemplarlo intubado o vendado.
A pesar de lo importancia que cobra un acompañamiento emocional certero durante este proceso, Reyno asegura que actualmente “al personal de salud no se le prepara lo suficiente para abordar el duelo perinatal. Como tampoco se tiene en cuenta el efecto que causa sobre nosotros mismos al no saber cómo trabajarlo. Es un tema del que no se habla entre pares, es un tema poco cuidado por parte del personal de salud para con los padres”.
En su caso, se encuentra con frecuencia en la necesidad de ofrecer acompañamiento de duelos, en alianza con la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del hospital en el que ejerce. De acuerdo con la experiencia que ha recabado en sus jornadas laborales y de formación, asegura que lo más importante en estos casos es que los profesionales de la salud tengan siempre en cuenta “el estado emocional de la familia y la crisis vital que implica vivir un duelo”.
Algunas herramientas
Como puericultora, en los casos de neonatos internados en delicadas condiciones, Reyna asegura que el trabajo empieza “básicamente en apoyar, promover y facilitar que la mamá pueda extraerse leche y el niño pueda alimentarse con leche materna y cuente con todos los beneficios que esta le aporta”, pero recuerda que “para que una mamá esté disponible para concurrir al lactario a extraerse leche necesita estar lo más tranquila posible. Es por ello que nosotras, si bien debemos motivar a la mamá para que comience con el estímulo lácteo, debemos considerar cómo se encuentra esa madre, cual es su disponibilidad emocional, escucharla, contenerla, informarla. La lactancia, unida al contacto piel a piel, es una manera de que los padres sientan que ellos tienen un rol protagónico en el cuidado de su bebé y que ningún otro profesional puede reemplazarlos en esa función”.
Para alentar a la madre en su faena a pesar de la crisis, Reyno cuenta que lo recomendable es recordarle a la mujer “la importancia que tiene que su bebé reciba leche de la madre, que es un alimento único e irreemplazable, y que ella está haciendo una gran tarea que demanda perseverancia y entrega, pero los resultados son beneficiosos en todo sentido. Así y todo, siempre estamos atentas a los vaivenes emocionales que trae tener un bebé hospitalizado. Y lo fundamental es respetar esos tiempos, es respetar el deseo de la mamá, y valorar todo lo que ella pueda hacer. No estamos para juzgar a las madres, sino para sostenerlas y afianzar el vínculo con sus bebés. O también acompañarlas en las partidas”.
Cuando la muerte del neonato resulta inminente, o incluso, cuando el feto fallece durante los últimos meses de la gestación, se hace aún más importante la presencia de un profesional dedicado a la contención emocional de los padres.
“En algunos casos nos encontramos con patologías incompatibles con la vida. Que se sabe que el pronóstico no es favorable. En esos casos trabajamos con la mamá acompañando más desde la escucha que desde el discurso“, detalla Reyno. “Hay madres que estimulan la lactancia igual, porque sienten que eso es lo que pueden hacer por su hijo. Y nosotras acompañamos su decisión. Aunque tampoco les pedimos una frecuencia de extracción seguida, sino que es más que nada una acción terapéutica para la mamá. También se le informa de la posibilidad de inhibición de la lactancia y se la acompaña en ese proceso”.
Los síntomas
El duelo perinatal, como cualquier otro tipo de duelo, puede manifestarse de forma variada en cada paciente. Consultada al respecto y a fin de brindar herramientas para su identificación, Reyno declara: “el duelo perinatal es considerado como una crisis vital que atraviesa una persona, abarca muchos aspectos y puede presentar muchos síntomas. Es por ello que se debe trabajar de manera interdisciplinaria. El duelo tiene sus etapas. Una persona puede pasar por todas ellas o por algunas, y en distinto orden. Esas etapas van desde la negación, el enojo, la tristeza y la aceptación”.
De acuerdo con lo que ha registrado en su experiencia, “mientras transcurren los diferentes estadios del duelo, pueden aparecer síntomas psicológicos, religiosos, físicos o actitudinales“. Además, Reyno hace un llamado a “prestar atención a cuando el estado de tristeza se prolonga llevando a una depresión, cuando notamos niveles de estrés o ansiedad altos”. En esos casos, es importante referir al paciente a la unidad de Psicología.
Riesgos
Así como el acompañamiento adecuado puede ayudar a la paciente a enfrentar con mayor fortaleza física y mental la partida del bebé que había imaginado, cualquier error en el proceso puede, también, convertirse en un nuevo motivo de quiebre para esta madre.
Reyno considera que una de las consecuencias de un mal acompañamiento o de la ausencia del mismo durante el proceso de duelo perinatal es “una mala experiencia para esa familia en los centros de salud puede marcarla negativamente por mucho tiempo. Al ser un acontecimiento traumático para las familias, debemos ser cuidadosos en la forma en que nos dirigimos a ellos y en el contenido de lo que decimos. Ya que esas palabras o esas acciones quedan marcadas en la otra persona y no colaboran con el proceso del duelo, sino todo lo contrario les dejan un recuerdo más doloroso aún”.
A su juicio, “en esas situaciones, menos palabras suman, y que podamos empatizar es fundamental, que esa familia perciba que nosotros sentimos su dolor, que no nos es indiferente”. En cambio, “un maltrato o destrato durante el duelo perinatal alarga o profundiza el dolor de quien lo vivencia”.
Laura Reyno
Puericultora
Coordinadora del Servicio de Puericultura del Hospital Fernández
Docente de la Asociación Civil Argentina de Puericultura (ACADP)
Puericultora de la Asociación Civil Argentina de Puericultura (ACADP). 2010-2012
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