Virólogos e inmunólogos de prestigiosas universidades del mundo investigan si las mutaciones del SARS-CoV-2 potencian su acción sobre el sistema inmune.
Una pregunta que actualmente se formulan diversos virólogos e inmunólogos de prestigiosas universidades del mundo es cómo cambia el virus SARS-CoV-2 a medida que pasa de una persona a otra y si estas mutaciones lo ayudan a evadir el sistema inmunológico.
Según un artículo publicado en la revista Nature, en comparación con el VIH, el SARS-CoV-2 cambia mucho más lentamente a medida que se propaga.
Sin embargo, una bióloga computacional del Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Nuevo México, descubrió que existe una mutación que se destaca.
Se encuentra en el gen que codifica la proteína de pico, que ayuda a las partículas del virus a penetrar en las células.
La mutación, denominada D614G, aparece frecuentemente en muestras de personas con COVID-19. Sucede cuando, en la posición de aminoácido 614 de la proteína de pico, el aminoácido aspartato (D, por su abreviatura bioquímica) es reemplazado por glicina (G). Esta modificación se debe a una falla de copia que altera un solo nucleótido en el código de ARN de 29.903 letras del virus.
El pasado mes de abril, el virólogo David Motefiori señaló que la cepa del virus con esta mutación se había convertido en el linaje dominante en Europa.
Luego se afianzó en Estados Unidos, Canadá y Australia.
De acuerdo con la investigación de Montefiori, D614G representaba una “forma más transmisible de SARS-CoV-2” y había surgido como producto de la selección natural.
El artículo de Nature indica que existen discrepancias respecto del efecto de esta mutación en la evolución y propagación del virus.
Diversos estudios sugieren que los virus que presentan esta característica infectan las células con mayor facilidad.
No obstante, otro trabajo reveló que este cambio podría permitir a las vacunas atacar con mayor facilidad al SARS-CoV-2.
Por el momento no existen pruebas sólidas de que D614G tenga un efecto significativo en la propagación del virus o de que un proceso de selección natural explique su aumento.
Por eso, continuar estudiando las mutaciones podría ser importante para controlar la pandemia.
También podría ayudar a prevenir las mutaciones más preocupantes: aquellas que podrían ayudar al virus a evadir el sistema inmunológico, las vacunas o las terapias con anticuerpos.
La evidencia disponible sugiere que la mutación D614G no impide que los anticuerpos neutralizantes del sistema inmunológico reconozcan al SARS-CoV-2. Eso podría deberse a que dicha mutación no se encuentra en el dominio de unión al receptor (RBD) de la proteína de pico, una región a la que se dirigen muchos anticuerpos neutralizantes.
El RBD se une a la proteína receptora celular ACE2, un paso clave en la entrada del virus a las células.
Pero nuevas investigaciones indican que otras mutaciones podrían ayudar al virus a evitar algunos anticuerpos.
Así lo demostró un equipo dirigido por los virólogos Theodora Hatziioannou y Paul Bieniasz, de la Universidad Rockefeller de Nueva York, que modificó genéticamente el virus de la estomatitis vesicular.
Los investigadores utilizaron la proteína de pico SARS-CoV-2 para infectar a las células e hicieron crecer al virus, pese a la presencia de anticuerpos neutralizantes.
El objetivo era seleccionar mutaciones que permitieran a la proteína de pico evadir el reconocimiento de anticuerpos.
El experimento generó mutantes de proteína de pico que eran resistentes a los anticuerpos extraídos de la sangre de personas que se habían recuperado de la COVID-19.
También lo eran a potentes anticuerpos monoclonales desarrollados en terapias.
Estas mutaciones de la proteína de pico se encontraron en secuencias de virus aisladas de pacientes, aunque en frecuencias muy bajas.
A medida que aumente la inmunidad de la población al SARS CoV-2, ya sea por infección o vacunación, las mutaciones que evaden al sistema inmunológico podrían ayudar al virus a establecerse permanentemente.
Aunque, los científicos creen que si esto ocurre el virus podría causar síntomas leves cuando infecte a personas que presenten residuos de infecciones previas.
También, es posible que las respuestas inmunes de la población a las infecciones por coronavirus, incluido el SARS-CoV-2, no sean lo suficientemente fuertes o duraderas para generar una presión de selección que origine cepas de virus significativamente alteradas.
Por otro lado, las mutaciones podrían volverse más comunes si las personas con COVID-19 reciben un anticuerpo que pueda verse frustrado por una sola mutación viral.
Los cócteles de anticuerpos monoclonales, que pueden reconocer múltiples regiones de la proteína de pico, podrían disminuir las probabilidades de que tal mutación se vea favorecida por la selección natural.
En este sentido, las vacunas despiertan menos preocupación porque, al igual que la respuesta inmune natural del cuerpo, tienden a provocar una variedad de anticuerpos.
Nature
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